martes, 3 de mayo de 2011

Saber perder

Acabo de leer una novela fantástica: Saber perder, del cineasta y escritor, David Trueba. Es una novela deliciosa, que se lee rápido y que traza un retrato certero de nuestros días desde diferentes puntos de vista. Es una novela de perdedores de a pie, como la mayoría de nosotros.

De hombres y mujeres que intentan tirar adelante su vida con todas sus contradicciones, con sus pequeñas victorias y derrotas del día a día. Un retrato de las vidas de tres generaciones de una misma familia, abuelo, padre y nieta que tratan de superar las dificultades de la vida y de la soledad masticando muchas veces la arena del fracaso.

Me ha parecido una novela maravillosa como propuesta de una "educación sentimental" cuya tesis principal es que hay que saber perder, aceptar la derrota cuando ésta es inevitable. El guiño que hace Trueba es que es precisamente Silvia, la protagonista más joven, una adolescete de 16 años, la que mejor entiende que para volver a ganar es necesario saber perder, aceptar la herida que es la vida y volver a prepararse para el siguiente embite, a partir de su cicatrización.

Como aficionado a la literatura y al fútbol no he dejado de pensar en Trueba y su novela a lo largo de estas semanas interminables en las que hemos vivido el clásico más largo de la historia. Después de oir el otro día al entrenador del Real Madrid y toda la teoría de la conspiración arbitral perfectamente orquestada, me quedo muy tranquilo como seguidor culer. Mientras Mourinho y el entorno madridista no aprendan la lección que nos da Silvia, la hegemonía futbolística del Barça no está en cuestión siempre y cuando siga haciendo las cosas como hasta la fecha.

martes, 8 de febrero de 2011

No tengo tan claro que me guste el fútbol

Ver jugar a este Barça tiene un problema, que te acostumbras a la excelencia y te vuelves muy exigente. Lo digo porque llevo toda la temporada siendo incapaz de ver un partido de fútbol si no juega el equipo de Pep.

El otro día sin ir más lejos, Chelsea-Liverpool. Otrora un partidazo que no me perdería si tuviera ocasión de verlo, todo la pasión de la Premier, dos alineaciones plagadas de estrellas, la belleza del fútbol intenso, poco elaborado pero directo y lleno de garra. Confieso que no podía aguantar más de 10 minutos seguidos sin hacer zapping. No es la primera que me pasa, me pasa por supuesto con cualquier partido de la Liga española, pero también si veo al Inter a la Juve o al Milan, sin hablar de la Bundesliga.

Es tan así, que empiezo a dudar de mi fe. Ya no sé si realmente me gusta el fútbol o sólo me gusta ver jugar al Barça, que tal vez no sea exactamente un equipo de fútbol. El juego de este equipo aúna tantas cosas. Presión, competitividad extrema, fair play exquisito, sutileza y delicadeza en el toque, solidaridad, esfuerzo, lucha, definición exquisito, trabajo en equipo, humildad. Nada que no se haya dicho ya en miles de ocasiones, pero que sitúa al Barça varios peldaños por encima del resto. Han refundado el fútbol y lo han convertido en otra cosa más cercana al arte que al deporte, al cerebro más que al músculo; un espectáculo total en definitiva, tremendamente rico y estimulante que siempre te aporta alguna cosa cuando lo ves.